La noche en que el reloj se detuvo.

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¡Hablemos!

7 Comments

  • stephen

    Versión dos.
    El abuelo de Amelia, Gilberto, era un Señor del Tiempo, lo que nunca le había dicho a ella.
    En actualidad, él no estaba nada muerto.
    Era un aficionado de los baños públicos romanos y, de hecho, en ese preciso momento, estaba disfrutando de una larga vacación romana.
    Mientras tanto, el reloj del Señor del Tiempo estaba en el pasillo bajo de la casa de Amelia.
    Y el reloj no era un reloj cualquiera. Tenía circuitos especiales, los cuales jugaban con el tiempo.
    Amelia no sabía nada de eso. Amelia no era una Señorita del Tiempo. No era una posición de herencia.
    (Y, de todos modos, como ya he dicho, Gilberto no estaba muerto).
    El reloj tenía un campo temporal que afectaba a todos alrededor de su ubicación, excepto a los gatos, los cuales, como todos lo saben, son los Señores del Tiempo originales.
    Entonces, para Amelia, de vez en cuando, el tiempo aparecía acelerar y desacelerar sin sentido.
    Por tanto, creyó que se estaba volviendo loca.

    • stephen

      2. En la noche del trece de noviembre, apareció un segundo reloj, el cual también pertenecía a los Maestros del Tiempo.
      Estaba atraído por el primero.
      Hay normas y reglas que gobiernan a los Señores del Tiempo.
      Una de ellas es: “No debes desaparecer de vacaciones, a ningún lugar, sin rellenar las formas apropiadas, por triplicado.”
      Gilberto no era de los tipos que siguen las reglas. Era rebelde por naturaleza. Y el Consejo Temporal lo sabía.
      Entonces, otro operativo fue enviado a encontrar a Gilberto, agarrarlo por la nuca y llevarlo al Consejo.
      Ellos tenían planes de darle al culpable una multa ENORME.
      Y aún más serio: estaban planeando educar a su nieta Amelia — una mujer de disciplina, inteligencia y constancia — en las maneras de la Organización, y iban a darle a ella el reloj de Gilberto.
      Al menos, por un periodo de tiempo extendido, de prueba.
      Cuando el segundo reloj aterrizó en el pasillo de arriba, los campos temporales de los dos se interfirieron mutuamente.
      Tenían consecuencias secundarias.
      Por un rato, el tiempo se retardó, se paró y continuaba arrancándose y arrastrándose de maneras poco normales.
      Para Amelia, eso le hizo pensar, con mayor intensidad, que se estaba volviendo loca.
      Concretamente, el sonido fuerte del viento bajó a un susurro, las hojas de los árboles temblaron casi imperceptiblemente, y los gatos disimularon estar inmóviles.
      (No quiero divagar demasiado, porque realmente esta es otra historia, pero los gatos fueron a punto de irse del planeta Tierra. Tenían el mensaje ya preparado: “Adiós, y gracias por todos los ratones”).

      • stephen

        3. Pues, mientras tanto, Amelia no sabía nada de estas cosas que estaban pasando. Y las cosas raras o inexplicables continuaban.
        El espejo del pasillo también era un artefacto del tiempo. Tenía una relación con el reloj. Estos dos trabajaban juntos.
        El espejo era una ventana a través del tiempo, el reloj era el generador de los impulsos de la distorsión temporal.
        (Pasan cosas cuando hay circuitos temporales involucrados. Los circuitos adoptan y desarrollan una personalidad casi humana a lo largo del tiempo. Ellos se vuelven un poco inteligentes, traviesos y burlescos, como un cachorro, y por esto, necesitan supervisión y ser tratados con una mano estricta pero justa. Por supuesto, no estaban manejados por artefactos o controles físicos, ni siquiera por voz. Están manejados y controlados por ondas cerebrales. Y no es una calle de solo una dirección. Ellos “hablan” con los seres humanos, y no humanos, por esas mismas ondas).
        Amelia creyó que ella escuchaba una voz interior, y de hecho, eso es exactamente lo que pasó. Pero no fue SU voz interior, sino la voz del espejo.

        • stephen

          La voz interior de Amelia, la del espejo, le dijo: “El tiempo no es una línea. Es un latido”.
          Un viaje o investigación temporal cuesta mucho, y un buen dicho atrae a los clientes.
          El negocio de los Señores del Tiempo está lleno de dichos de este tipo. En general, no tienen ni significado ni sentido.
          Están cultivados para generar un ambiente de inteligencia, cultura y sabiduría alrededor de la Organización, para hacerles sentir, a los miembros y a los clientes, una seguridad que, en realidad, la Organización no tiene.
          No la tiene porque viajar mucho por el tiempo vuelve idiotas a todos, tarde o temprano. Es uno de los efectos más normales de un trabajo sin normalidad.
          PERO, si el dicho tiene significado, algo cualquier, es que “nosotros tenemos el poder de jugar con el tiempo, cuando y desde donde queremos, y no hay nada que nadie pueda hacer para pararnos, porque controlamos la batería (y la base y la guitarra)”.
          O sea, papá mío es más grande que papá tuyo.
          Como puedes ver, ellos son egotistas y confrontativas, dos más de las consecuencias del viaje temporal.

          • stephen

            5. Tiempo de atar hilos sueltos.
            La agente temporal, Olga, que perseguía a Gilberto, había sido, en muchas ocasiones anteriores, una amante seductora de nuestro viril protagonista, Gilberto.
            Este último trabajo del Consejo fue la oportunidad ideal para reunirse con Gilberto en las afueras de la historia, y poner en práctica su plan de escape, antes de que se volvieran locos por el viaje temporal.
            Se juntaron en los baños públicos unisex de la Roma antigua y disfrutaron de los lujos de la capital, hasta que murieron pacíficamente de edad avanzada.
            Los dos relojes de arena y sus compañeros, los espejos, saltaron todos juntos alrededor del universo para ver las vistas maravillosas y desarrollar sus mentalidades crecientes.
            El Consejo no estaba tan feliz, pero no había nada que ellos pudieran hacer para mejorar la situación; simplemente fue demasiado complicado de solucionar. Entonces, ellos fingieron que nunca pasó.
            Los gatos decidieron que fue el tiempo perfecto para una siesta más, y que ellos se irían del planeta Tierra mañana, una mañana que, por supuesto, nunca llegaba.
            El reloj de arena se trasladó a un restaurante de París, disfrazado como un reloj de arena de verdad. Siempre había alguien allí para usarlo para contar los minutos necesarios para cocinar los platos. Nunca faltaba un giro para seguir sobreviviendo.
            Amelia. Pobre Amelia. Amelia siempre creyó que tenía un corto período de demencia temprana o que el universo se comunicaba con ella. Nunca estuvo exactamente segura de cuál. Y nunca descubrió quién había robado su reloj y espejo o que “caminar hacia el otro lado” significaba.

          • stephen

            El reloj de arena, de hecho, no fue un reloj de arena, sino un ser alienígena.
            Era un tipo bastante avanzado y solo necesitaba un giro cada diez años, como fuente de poder, para sobrevivir.
            Ni siquiera había aparecido en la mesa en esos instantes. Había estado en la mesa unos meses, también atraído por el campo temporal del reloj de Gilberto.
            Fue invisible solo porque estaba retrocedido en el tiempo por unos pocos milisegundos, lo cual era un mecanismo defensivo evolucionado a lo largo de unos pocos millones de años.
            Hay muchos seres, nadando por todas partes, a través del tiempo, algunos más peligrosos que otros.
            La esfera también se comunicaba usando ondas mentales (no ondas cerebrales, porque no tiene cerebro como tal), y solo un pequeño empujón a la mente de Amelia fue suficiente para que el giro sucediera.
            Comunicarse con un ser que es casi una bolsa de agua ambulante es un poco difícil para un ser que está compuesto de cristal y silicio, pero lo logró.

  • stephen

    Hola Josy.
    Parte Uno.
    1. Por varias semanas, Amelia ha tenido el sentido de que algo extraño estaba pasando en su casa.
    Ha notado que el tiempo, a veces, parecía transformarse en goma o en elástico espeso y transcurrir más lento de lo usual.
    Simultáneamente, el aire se puso más frío, como si no pudiera contener la energía al mismo nivel.
    Cuando esto ocurría, el sonido de los segundos del reloj, lo que era una herencia de su abuelo, no fue claro y preciso, sino reverberante y alargado.
    Pero entonces, para burlarse de ella, todo parecía volver a lo normal.
    Por eso, Amelia creyó que tenía un resfriado incipiente, lo que estaba afectando su oído y su percepción.

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